Será por mala conciencia, por moralidad o por lo que sea, pero cada vez que un occidental se asoma a los abismos de la pobreza suele tramar un discurso explícito de denuncia. No en este documental producido y codirigido por Diplo, donde la vida en la favela es una celebración de esa propia vida. Con el propósito de sumergirse en el funk carioca, se muestra que la música de la favela es el aire que infla la vela, pura necesidad vital, pura alegría, energía para vivir, ritmo en crudo que expresa una realidad no por precaria triste. Y, además, no es un documental escapista, sino una obra realista y social.
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