La filmación de conciertos suele tener por resultado unas imágenes, encuadres y composiciones de la actuación que un espectador presente en el lugar no ha visto. Beastie Boys decidieron cambiar este punto de vista repartiendo 50 cámaras entre otros tantos espectadores a fin de combinarlas en el montaje para ofrecer una aproximación completamente distinta a un concierto a partir de una actuación suya en el Madison Suqare Garden. El resultado es una orgía de planos domésticos que acercan la experiencia de un concierto grabado a la de un concierto vivido.